2007-05-28

Una se pone mala con los años...

O mejor dicho:

Me he puesto mala con los años.

Esta mañana sonó el telefono temprano. Era mi hija mayor que anunciaba visita para más tardecido, “Quiero saludarte para el Día de la Madre, te deseas algo"?

Con voz de martir le contesté “Una corona de espinas”.

¡”Vamos! Ya sabes que tus hijas te consideramos una reina. Voy con mi amado” dijo antes de cortar.

Mi “Bienvenidos” no lo alcanzó a oir.

También mis hijas menores – las que aún viven en casa – se acordaron de celebrar a su madre y me saludaron a eso del mediodía cuando por fin despertaron y dejaron sus cuartos para encerrarse en el baño.

De regalo me ofrecieron todo tipo de ayuda cosa que yo agradecí de sobremanera ya que la oferta era válida para todo el día.

Yo me dediqué a ordenar un poco mientras ellas hacián las compras. Entre las tres preparamos la cena y cuando llegó la hora de arreglarme para recibir a las visitas, me encerré en el baño y más tarde en mi cuarto hasta que oí el timbre.

Ahora puedo mostrar mi peinado sin riesgos pensé - a sabiendas que nunca me discutirían nada delante de “extraños” y la amiga de una de ellas y el “pololo” de la otra son extraños en esta situación específica. La mayor llegó con su amado dos minutos más tarde y el silencio con el cual me obserbaban mientras nos saludábamos, se palpaba.

Yo actué con la cordialidad y naturalidad usual mientras les ofrecia un aperitivo y empezamos así a compartir esta “coronada” velada.

No hubo corona de espina. Tampoco hubo de reina.

Generalmente cuando hago aseo acostumbro a prender en mi pelo cada traba que voy encontrando en los lugares más inusitados. Mis hijas se rien de mi y protestan por mis métodos por lo ridícula que me veo, pero yo les respondo que es una manera práctica de hacerlas llegar a su lugar. Si tan importante es para Uds que yo no me vea ridicula – no dejen las trabas en todas partes.

Fue mi amado el que finlmente rompió el silencio comentando mi peinado. Fue él quien le explicó a los contertulios que yo protestaba en el Día de la Madre contra el “desorden de cada día” de mis hijas.

Hoy lucí mi mejor vestido, mi collar de perlas cultivadas y una corona de trabas multicolor.

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2007-05-13





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Desde hace diez días que me duermo por la noche y despierto al amanecer pensando en Madeleine – la niña británica que fue raptada mientras dormía, seguramente con la silenciosa y dulce convicción de que nada malo iba a sucederle...

Sin un ápice de exageración puedo decir que siento el mismo dolor físico – en el bajo vientre – que sentí hace ya muchos años atrás, cuando la raptada era mi madre.

También pienso en Madeleine de día – a cada momento. Pienso en sus padres, en sus hermanos, en todos aquellos que la aman. Hasta me he sorprendido rogándole al Dios cuya existencia niego, que la ayude y los ayude en estos momentos de desgarradora soledad. Se lo que se siente frente a esa terrible incetridumbre – la de no conocer el paradero y el estado del que amamos cuando se nos ha arrancado de nuestro lado con ultrajante violencia.

Mi más fervoroso deseo en este momento es que la niña recupere su derecho de vivir junto a sus padres, junto a su familia en paz, sana y felíz. ¡YA!

También hago extensivo ese deseo a todos aquellos niños del mundo a los cuales se les ha arrebatado ese derecho – de una o de otra manera – y que por diveras razones nunca nos enteramos ni de su existencia ni de su desaparición.

En un día como hoy – el día del cumpleaños de mi hija menor – me sensibilizo aún más frente a los dolores de los niños y me frustra enormemente saber que nada puedo hacer por ella. Pero la nombro. La nombro en voz baja y grito su nombre por si me oye.

La nombro y grito su nombre porque si me oye, desde donde se encuentre en estos momentos, entenderá que no esta sola.

Desde mi impotente situación trato de contarle – que a pesar de todo – creo y quiero que ella crea, que podemos tener un mundo mejor.

Un mundo donde todos los niños puedan dormir seguros de que nada malo les va a suceder...


¡Madeleine! ¡Pedro! ¡Mahmoud! ¡Nadja! ¡Jinxia!

¡Madeleine! ¡Pedro! ¡Mahmoud! ¡Nadja! ¡Jinxia!

¡Madeleine! ¡Pedro! ¡Mahmoud! ¡Nadja! ¡Jinxia!

¡Madeleine! ¡Pedro! ¡Mahmoud! ¡Nadja! ¡Jinxia!

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Un 13 de mayo – hace 16 años – fui madre por tercera vez.

Mi hija menor esta de cumpleaños y acabo de abrazarla y desearle lo mejor de esta vida para ella antes de que se largara con sus amigas a “carretear” como dicen en Chile.


Cuando ella vino a este mundo fue “todo un parto”.
Acostumbro a quejarme ante ella que fue la que más me dolió - y más adelante, la que más canas me sacó. Pero como no hay mal que dure cien años...

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Debo ser la peor madre del mundo... hace unos días cuando salí decidida a comprar sus regalos, me olvidé completamente de ella cuando pasé por una vitrina...

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¡Viva Gunilla Pontén!

Pareciera que piensa en mi cuando diseña...

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