2006-07-27

Un día de verano...


Hoy, como muchos otros días durante este fantástico verano, estoy “de guata al sol” en la piscina de agua fria Ribersborg . Una de las reliquias de mi ciudad.

Entrar a este mundo de mujeres desnudas es algo muy especial...
El pasillo que lleva desde la cafetería a la sección femenina es estrecho y relativamente oscuro, cosa que acentúa el deslumbramiento al abrir la puerta que de un sólo crujir de visagras deja al descubierto no tan sólo el Estrecho de Dinamarca sino que también cientos de cuerpos femeninos totalmente desnudos tumbados al sol.

Me imagino que la que atraviesa ese umbral sin saber lo que le espera, tarda unos segundos en entender que lo que tiene a la vista es una escena cotidiana en “Kallis”, como las habitantes de Malmö llamamos a nuestra piscina, y no una imagen superrealista de algún creador sobreexcitado.

La gama de cuerpos es muy amplia.

Cuerpos jóvenes, cuerpos de mediana edad y cuerpos viejos.

Cuerpos grandes, cuerpos medianos y cuerpos pequeños.

Cuerpos bien formados, cuerpos comunes y corrientes y cuerpos desformados.

El color de algunos de los cuerpos acusan haber estado allí más tiempo del aconsejable y otros, por su palidez, hablan de la primera vez...

La inmensa mayoría de los cuerpos reflejan una gran comodidad al haber sido despojados de cada una de las prendas con que usualmente son censurados pero uno que otro pareciera estar sufriendo una grave violación a su integridad.

Los miro, los veo... imposible es dejar de notar la moda reinante. Las muchachas jóvenes casi en su totalidad estan rasuradas concienzudamente. Algunas lucen verdaderas creaciones artísticas. Deslizo mi mano y confirmo que hace mucho que no juego con la máquina de afeitar...
Miro a los cuerpos mayores y aunque tampoco ellos lucen mucha frondosidad caigo en cuenta que la comparación es muy injusta. Me averguenzo en nombre de mis hermanas mayores y activo otro sentido...
Oigo en el exquisito silencio algunas conversaciones en voz baja. Y con la oreja pegada al piso descubro que el ruido predominante es el del añoso entablado que al pisársele cruje cual vieja adolorida.

También cual vieja adolorida cambio de posición sentándome de espalda al sol. A mi frente derecho veo la la torre de Santiago Calatrava, esa que en una disociación que despierta la envidia de cualquier tanguero, pareciera empeñarse en horadar el cielo. Turning Torso.

A mi lado ronca una muchacha joven cuyo vello labial brilla al sol por las minúsculas e inumerables gotas de transpiración que lo decoran haciéndolo parecer una vitrina navideña escandinava. Cierro los ojos a medias como para congelar en mi retina la imagen fresca de mi imaginario.

Entiendo que el calor me está haciendo mal..

Al pasar por la boletería vi que había una seria advertencia de florecimiento de algas por lo que elijo no bañarme en el mar. No quiero por nada del mundo arriesgar intoxicarme. Al volver de la ducha veo un brazo que se agita en el aire para llamar mi atención. Es el brazo de una taguera que al seguirlo con mis ojos me lleva a su hermoso cuerpo rollizo que ella trata de ocultar con un pañuelo gigante que pareciera estar más interesado de dejarse seducir por el viento...

Esta vez me acuesto de espalda y me concentro en el tacto... en mi piel y en la temperatura que le va dando el sol al bañarla como si quisiera enamorarla. Siempre fui enamoradiza... por lo que separo mis piernas en un gesto de entrega para que el sol me penetre a sus anchas...

Sonrío felíz.

Me despiertan las vibraciones de mi celular. Un amigo me llama desde la playa invitándome a cenar a un restaurant de por allí cerca.

Lo que ocurrió al llegar al restaurant apareció en las noticias .

Una invación de “mariquitas” trunco nuestros planes de cenar a la orilla del mar.

Tengo un vino blanco en el refrigerador, le dije con tono de invitación. El, con una sonrisa que dejaba chico al sol, me acompañó...
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2006-07-25

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Hoy al despertar sentí que mi día desaparecería...


Me resistí. Por esa razón no vendré a este espacio hoy.

Me iré oyendo "ausencia". Oh Cesaria Evora!


Ausencia...

' ' ' ' ' ' Ausencia..

2006-07-23

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2006-07-19

Ladrón de paz y de confianza


Unos minutos antes de que la noche del sábado primero de julio pasara a ser domingo dos, mi amigo Rubén y yo nos preparábamos para irnos a la maratón de tango en Copenhague.

¿“No vas a cerrar la puerta del balcón“? me preguntó. (Casi) sarcásticamente le respondí que si un ladrón lograba trepar hasta mi balcón, se merecía todo lo que tengo!

Hace exactamente una semana salí a última hora hacia la “Milonga del Parque”, una milonga de verano que se celebra al aire libre en mi ciudad a unas pocas cuadras de mi casa. Poco antes de la medianoche me llegó un mensaje de texto en el cual un vecino, desconocido para mi, aseguraba que había visto a un ladrón salir por la ventana del baño portanto una mochila bien llena... Mi primer impulso fue borrarlo ya que pensé que se trataba de un error.

Debido al inusual calor que estamos padeciendo en Suecia, aunque la mayoría lo esta disfrutando, había dejado “todo” abierto; la puerta del balcón y las ventanas. Sólo la puerta principal quedó cerrada bajo siete llaves, ya que la empresa de seguros me obliga a hacerlo así.

“Ningún gil puede trepar hasta allá arriba” pensé, pero una gota de sudor frio recorrió mi espalda como queriendo advertirme...

Volé a casa en mi bicicleta rogándole “al de arriba” que no fuera cierto...

Como no creo (mucho) en él, no me puso (mucho) oido.

Gila como soy, en el medio año que llevo viviendo en esta dirección, no me había percatado que a unos pocos centímetros de la ventana del baño que da a un patio interior del edificio, hay una escalera de emergencia. Por allí entró el ladronzuelo que mis vecinos describieron como de unos 25 años, 180 cm, contextura gruesa, pelo muy corto y apariencia escandinava - insolentemente a mi apartamento y con sus sucias manos recorrió todo lo mio... Al salir llevaba consigo, amén de unas cuantas cosas de valor, la tranquilidad de mis hijas y parte de mi naturaleza, esa parte de mi que siempre cree que toda la gente tienen buenas intenciones hasta que lo contrario me golpea violentamente.

2006-07-05

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Acabo de llamar a mi hija Amanda a Gotland – la isla más grande de Suecia y en cuyo norte vive Ingmar Bergman - donde se encuentra vacacionando con el padre.

“Te ha llegado una carta de la Escuela de Artes Escénicas, la abro? le dije sabiendo que eran momentos de gran tensión para ella.

Si por favor, hazlo! Me contestó con su amabilidad de (casi) siempre.

Al llamarla ya tenía mi añoso abrecartas de marfil en la mano por lo que no tardé muchos segundos en darle la noticia que estaba esperando.

¡Has sido seleccionada, felicitaciones!

Lágrimas contenidas la abandonaron ruidosamente y desde este lado del la conexión telefónica oí como el padre la abrazaba y le susurraba (parte de su sabiduría) apoyándola en su fuerte sentimiento.

Esto cambiará mi vida, estoy dejando de ser niña oí que (se) decia.

Aunque hablaba conmigo había un matíz de “pensando en voz alta” en sus palabras...


Mientras a mi se me pasaban escenas de su vida por la mente...

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