Desde el 7 de mayo de 2011 tengo un vehemente deseo de volver a ver una instalación artística que vi aquel sábado hace tres años atrás.
Cuando el anhelo ha sido demasiado apremiante he mirado la foto que disparé en el instante del enamoramiento. Pero ocurrió aquello...
Fue la otra noche. Me estaba quedando dormida cuando de pronto algo me trajo a un estado de total alerta. Fue una sensacion fuerte o un sonido, un grito gutural? Eso! Fue un grito gutural que me hizo pensar en mis partos.
Mañana llega a casa. La creadora ha aceptado el cambio de dueña.
Gracias Maria!
Asi dice Maria: Las obreras dejan su vida en las fabricas. Año tras año trabajan dobladas sobre las maquinas mientras los dueños de las fabricas las penetran con sus controlantes ojos.
Yo quiero hacerlas visibles. Inclino mi espalda frente a ellas con el mayor respeto.
Siento frio. No se cuanto tiempo estuve de pie junto a la ventana observando caer los copos de nieve en una larga y dulce caida libre, así como las nuestras. Se que te has ido a tierras más heladas aún y me pregunto si tú también sientes frio. Cuando te extraño – como esta noche – me ovillo debajo de la frazada que traje de otras tierras y que a mi tanto me gusta y a ti no.
Me gusta sentir su peso sobre mi cuerpo.
Me recuerda el tuyo.
Me duermo soñándonos en una danza lúdica -equilibrándonos en los copos de nieve...
Fuente de inspiración...
* * *
2007-12-24
No se a que se debe, pero de un tiempo a esta parte, el tiempo vuela! Siento que ayer era agosto y... mañana es ya 24 de diciembre. Bueno, en realidad acá ya es 24... acá ya es mañana.
Había jurado que este año no me estresaría por nada del mundo. Me había prometido a mi misma comprar los regalos de navidad a tiempo para no andar corriendo como loca a última hora... Ayer, casi me atropellaron tres veces, anduve como una hora dando vueltas por el centro buscando mi bicicleta ya que no me podía acordar donde la había dejado y un par de regalos los compré dos veces. Los compré dos veces...
Pero quedé conforme... especialmente con estos...
Una hormiga para el menor del clan...
Un abrigo - sin la modelo - para la mayor del clan
Al viejo pascuero le pedí que me trajera una herramienta de trabajo...
Yo no creo mucho en él, pero...
Hoy en cambio ha sido un día de paz. He estado en casa tranquila compartiendo con algunos amigos “anti navidad” horneando mis galletitas marroquíes - de almendras con pasas y aceite de sésamo. Mmmmm!!!
Mañana será puro celebrar.... entregar y recibir regalitos y gozar de la familia que no hace más que crecer y crecer...
Feliz Navidad para todos!
Así quedó este año...
2007-10-02
Recién me estoy recuperando de la emoción que me produjo una visita fugaz que tuve hace algunos días.
Ella llegó volando intrépida desde sus nuevas alturas, con su destello iluminó crudamente el abandono en que tenía a este espacio y desapareció sin dejar más rastros que mi desolado asombro. Miré a mi alrededor y vi que había tenido este espacio tirado - como zapato viejo...
No se si muchas, pero varias veces me ha pasado que he visto un zapato tirado en plena calle. Siempre que ha ocurrido me he preguntado ¿cómo es posible perder un zapato, como es posible que se le salga a alguien un zapato y no se percate, o si lo hace - por qué lo deja tirado? Y siempre me respondí a mi misma que seguramente se trataba de algún borracho que no sabía ni de su alma.
Se me fue casi una hora buscando uno de mis zapatos de tango o mejor dicho uno de mis “sneakers de tango” y finalmente no lo encontré. Pasé revista a mi calendario y a mi memoria y llegué a la conclusión que el desaparecido se me debe haber caido del canasto de la bicicleta la otra noche – cuando volvía a casa, embriagada de tango.
Me da pena una enorme imaginarlo tirado por ahí... Me duele que después de todos los momentos lindos que vivimos juntos, alguien lo vea tirado y crea que una borracha lo abandonó... No se que hacer con el que se quedó conmigo... Me duele tenerlo y me duele tirarlo en el último otoño de su existencia.
También este es el último otoño de un arbol maravilloso que he observado desde mi ventana cada uno de mis amaneceres.
Se ven tan sano y lleno de vida, pero las apariencias engañan...
Hace pocos días, muy temprano por la mañana, pasaron unos hombres vestidos con trajes de color anaranjado y después de observarlo algunos minutos, marcaron la implacable sentencia - lo condenaron a muerte.
La cruz fatídica...
Mi otoño, que ojalá no sea mi último por apestada que me sienta a veces, comienza el día en que el castaño suelta sus frutos. Eso ocurrió hace pocos días, muy temprano por la mañana cuando pasé vestida de rojo – apoyando simbólicamente al pueblo de Burma – por debajo del “Señor Castaño”. Así le decíamos mis hijas y yo al darle las gracias por no dejar caer las castañas sobre nuestras cabezas cuando ellas, pequeñas aún y felices de entusiasmo, recogian las castañas del suelo como si se tratara del más preciado tesoro.
Esa mañana pasé sola por ahí y sentí que este otoño será muy diferente a otros...
Durante el verano vi muy poco a mis hijas. La mayor se fue con su familia a recorrer Croacia, las dos menores fueron a encontrarse conmigo los últimos 10 días de mi larga estadía en España y al volver... ¡no las vi más! Ambas se refugiaron en los brazos jóvenes y firmes de sus respectivos pololos y se acordaron de mi solamente lo justo y lo necesario para no quedar de malagradecidas. La menor de las tres, comenzó a fines de agosto su primer año de liceo donde estudia el programa “Sociedad, relaciones internacionales y derechos humanos”. Desde entonces esta durmiendo en casa con el de los brazos musculosos y tatuados... Con el que discutía hace unos días que película verían aquella noche. Ella quería ver El clavel negro
Mi segunda hija estudia danza. Ella cumplirá 18 años dentro de muy poco y optó por no volver a casa después del verano. Yo le digo que se fue yendo de a poquito, como a escondidas... Cada vez que pasó por casa, se llevó algo que estaba necesitando en la casa del que es menos musculoso. Hace unos días me entregó la lista de invitados – 48 personas importantes para ella y una lista, con orden de prioridad, de cosas que se desea... El primer deseo era un enlace
... Ayer llegó volando desde USA con la presta ayuda de mi amigo americano.
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Anoche, como a escondidas, lo colgué de mi muñeca en el silencio reinante se oia el tic tac tic tac tic tac... *
No pude dejar de probármelo. Me encantó y como parece, parece, parece que me saldrá un viaje a N.Y. dentro de poco... Una vez que se lo haya entregado y las celebraciones de la mayoría de edad hayan pasado, la preguntaré si no le molesta que me compre uno igual para mi. Hace muchos años que no uso un reloj de mujer...
Tic tac tic tac tic tac... hoy tengo mil cosas por hacer.
Me siento estresada
Suena el teléfono. Es mi hermano menor que me llama para contarme que acaba de apuntarse en un curso de tango en Estocolmo, cerca de donde vive, pero que se perderá la primera lección ya que viene a saludar a la sobrina... No te preocupes le digo, esa te la doy yo. - Encantado, me responde. Después de todo...¡me has querido aleccionar durante toda mi vida!
Mi hija menor entra a mi cuarto de trabajo y se despide con un beso y con un “Si, tendré cuidado al andar en bicicleta...”
Y aquí quedo sola otra vez, riéndome de que se ria de mi y de mis temores... y pensando en mi bicicleta junto al castaño el otro día cuando algunas de las castañas cayeron en el canasto...
El color de las castañas en un café muy hermoso. Su brillo es fugaz como la visita de Karim... con quien mi buena estrella me juntó para ir juntos a un festival de tango en Estocolmo el pasado mes de agosto.
Ambos nos habíamos apuntados como singles para el taller de tango nuevo que dictarían Mariano “Chicho” Frumboli y Lucía Mazer durante el festival...
Aquí interpretan Bahía Blanca
Desde diferentes latitudes – ellos venian desde Buenos Aires, yo desde Malmö y Karim desde Montreal – coincidimos en Tango 59º.
(El nombre del festival obedece a la ubicación geográfica de Estocolmo)
Durante cuatro días estuvimos trabajando juntos y al quinto – mientras yo lo observaba – encantada por la facilidad con que nos habíamos entendido – muy de repente, vi como una cascada de luces lo envolvía...
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En un primer momento creí que me estaba jugando una broma, pero cuando las luces cesaron, él ya no estaba.
Estaré el día que no hayan guerras, que no haya hambre, que no haya tortura...
2007-07-07
El mundo es chico
( o Världen är liten ) Claro que lo es aunque hay dolorosas excepciones. A veces es tan grande que los niños pequeños se pierden en él.
Pero no es de eso que quiero hablar en esta ocasión sino acerca de aromas, acerca de obsequios, acerca del tango...
Dos buenos amigos y yo sentimos que era hora de hacer un viaje nostálgico. Muchos años después de nuestro primer viaje a Málaga, decidimos reencontrarnos allí – mi amigo sueco, mi amigo americano y yo.
El primer dia nos instalamos en la terraza del Hotel Larios en el corazón de Malaga y nos dedicamos a contarnos que había sido de nuestras vidas desde la última vez que nos habíamos visto.
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La Catedral de Málaga - "La Manquita"
fotografiada desde la Terraza del Hotel Larios
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El segundo día hicimos un recorrido por la ciudad. Caminamos por el casco antiguo, nos fotografiamos los unos a los otros frente a la catedral, visitamos el MuseoPicasso y pasamos al CaféBar Central en la Plaza de la Constitución para servirnos una cerveza y “tapear” (comer tapas).
Después de algunas cervezas, cuatro mendigos, tres músicos callejeros rumanos - igualmente mediocres – retomamos nuestra ruta... Nos fuimos por el recientemente reinaugurado Paseo del Parque – desde la Plaza de la Marina hasta la Plaza de Toros La Malagueta donde hace muchos años atrás presenciamos unas de nuestras primeras corridas de toros. Este año no nos fue posible hacerlo ya que la temporada taurina no había comenzado aún. Al paso de las horas llegamos a un restaurante que no habíamos visitado anteriormente, pero que nos pareció prometedor. Como aún no eran las nueve de la noche tuvimos que empezar con una tapa en el bar mientras abrían la cocina. Pedimos una porción de olivas, una de Manchego (queso curado de La Mancha donde nació y seguramente esta enterrado Don Quijote) ;) y una porción de jamón ibérico – el famoso “pata negra” que proviene de aquellos cerdos negros que se alimentan exclusivamente de bellotas. Nos dijeron que el ”cortador” – una persona con licencia para cortar el exclusivo jamón – a mano por cierto – aún no había llegado por lo que no nos podían servir eso, “pero el queso si que lo puedo cortar” nos dijo la chica desde el otro lado del mezón mientras llenaba de olivas un posillo de cerámica. Mi amigo sueco y yo pedimos una cerveza cada uno y mi amigo americano optó por un “Mojito”. Las olivas estaban riquísimas por lo que se acabaron muy pronto. Al pedir un nuevo posillo aproveché de preguntarle a la camarera – celosamente – si se le había olvidado nuestro queso. Ya viene, ya viene – me contestó.
Nosotros seguimos con nuestra amena charla acerca del ayer y de hoy intercaladamente hasta cuando habían transcurrido unos quince minutos. Me acerqué entonces a la camarera y con definida irritación en la voz le pregunté por qué no me daba el queso ya - me parece que hemos esperado demasiado - agregué. Mientras ella, más irritada aún me daba explicaciones del porqué habíamos tenido que esperar, preparó la porción de queso y con mal disimulada molestia la puso frente a nosotros en el mezón. Le di amablemente las gracias y olvidé el incidente. Poco después llegó José – el cortador – y pudimos al fin probar el mejor “pata negra” de nuestras vidas.
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Así terminó ese lunes...
El martes anuncié temprano que por la noche iría a Guajira, un bar salsero que martes y jueves se transforma en la única tanguería de Málaga – y agregué que quien quisiera acompañarme era muy bienvenido. Llegué allí – sola – a eso de las siete y media de la tarde. Los dueños – una joven pareja compuesta por el granadino Benjamín y la porteña Diana – estaban ensayando cuando yo asomé mi enorme curiosidad a un local fresco y en penumbras. Sin dejar de bailar me dieron la bienvenida con un gesto. Ella me contó después que estaban casados y él me contó que ella era exigente durante las lecciones de tango que le estaba dando. El estaba aprendiendo con ella desde hacía un año y ella había bailado durante unos diéz. A mi me gustó bailar con él por su exactitud al marcar y por lo suave de su baile. Con ella bailé vals unos segundos dias más tarde cuando a la manera del tango, celebrabamos sus veinticindo años. Aquel primer día la clase de introducción estaba anunciada para las nueve y algunos minutos antes comenzó a llegar gente. Los últimos llegaron con veinte minutos de retraso y fue entonces cuando la vi. Diana la presentó como la “profesora femenina” y se presentó a si misma como la profesora del rol masculino. Ella me miró largamente a los ojos y preguntó al fin: ¿Has estado comiendo en “La Ménsula”? Si – fue mi respuesta. Ayer comí allí el queso mejor cortado de toda mi vida. Nos sonreímos en mutua complicidad antes de que ella y Diana se entregaran en pleno a sus impuntuales alumnos.
Algunos días después se fueron mis amigos – cada cual a lo suyo - y yo me quedé sola en Málaga. Caí enferma y estuve tirada en un sillón – más muerta que viva – todo un día. Bien avanzada la noche descubrí con gran alegría que tenía hambre. Me levanté e hice una aromática y multicolor ensalada de frutas que me comí acompañada de yoghurt griego. Me di una ducha fria, me acosté en mi amplia cama y me dormí oyendo tangos del 40.
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Lo que mi ojo vio aquella mañana
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Desperté temprano. Eran poco más de las seis y la ciudad ya estaba en movimiento. El cuerpo estaba sano, pero me sentía inquieta y tenía la sensación de haber soñado toda la noche. Me estiré así como lo hacen los gatos antes de saltar de la cama y prepararme para mi caminata diaria por el Paseo Marítimo. Me tomó – como de costumbre – una hora ir y volver más los minutos que toma ir a la panadería a comprar pan integral y pasar al quiosco de diarios por “El País”. El café sabía bien. Leía acerca de “La muerte del actor sueco Povel Ramel...” cuando entendí a que se debía mi inquietud. Me paré a buscar el folleto que días antes me habían dado en la oficina de turismo y me puse a estudiarlo. Entre unas veinte alternativas elegí “El Gran Hammam”. En el estaba incluido un baño, un peeling corporal, envolvimientos de aceites esenciales, un masaje turco, un masaje a cuatro manos y te dulce en la sala de reposo.
Casi me devuelvo cuando llegué a la calle en que esta “El Hammam”. La calle – que a penas tiene dos metros de ancho estaba practicamente bloqueada con las armazones metálicas que impedían que las paredes se derrumbaran. Todo el sector viejo de Málaga se está transformando en una ciudad de bastidores. Demuelen todo para construir nuevo y moderno salvo las hermosas fachadas que en algunos casos datan del 1700. Justamente en ese sector no se ha reconstriudo aún y lo único que hay detras de las fachadas son basureros ilegales y frente a ellas – entre los soportes del armazón – improvisados retretes. El olor era indescriptible. Después de atravesar ese infierno vi la casona recien renovada de dos pisos. Amarilla, alta, hermosa. La recepcionista tenía una voz agradable. Ella me explicó detalladamente en que consistía el baño aquel y me entregó una par de chancletas desechables, un calzón desechable, un albornoz y un pareo de algodón, jabones variados y toallitas exfoliantes amén de estrictas recomenaciones de beber mucha agua mientras estuviera en el baño. también me entregó una pulsera de tobillo de cierto color para que el personal supiera que tratamiento aplicarme. Me negué a usarla, pero no importó. Yo era la única bañista.
Otra mujer apareció desde la nada y me guió hasta el vestidor. Te espero aquí – me dijo desde la puerta cuando entré en el. Primero fuimos a la sala de baño frio. En el medio de ella habían dos camas de masaje de piedra revestida con azulejos del mismo tipo que adornaba las murallas desde el suelo hasta un metro y medio de altura. El resto – hasta el techo que era muy alto – estaba pintado con un color rojo ladrillo envejecido.
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La pieza era oscura. Los postigos estaban cerrados y las ventanas abiertas lo que permitía que entrara una brisa agradable. Las llamas de las velas titilaban jugetonas al ritmo de la hermosas melodías árabes que parecian nacer en el cielo mismo. Despues pasamos a la sala de las cascadas donde los tonos celestiales se fundian con los terrenales que emanaban generosos de las calientes y borboteantes aguas en bajada.
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* Despues de la ducha reglamentaria me acosté de espaldas en una gran plataforma de marmol blanco, casi abrasador en la tercera sala – la más caliente de todas y cerré los ojos. Entonces regresaron los sueños de la noche anterior… No oí sus silenciosos pasos, pero abrí los ojos al sentirme observada. Ella estaba de pié a mi lado, sonriendo amablemente. Te lavaré con diversos jabones y pienso terminar con uno de algas marinas. Te haré envolvimientos de aceites aromáticos y pienso terminar con aceite de chocolate antes de que subamos al segundo piso donde se dan los masajes – prometió. Me ayudó a ponerme de pie y me dio un vaso de agua fria mientras me llevaba hasta hasta la primera sala donde me pidió que me acostara sobre una de las camas. Recién entonce me di cuenta que ella estaba tan desnuda como yo. Sólo nos cubría el cuerpo un pareo de algodón. El de ella estaba seco, el mio estaba mojado y desapareció o se transformó en uno seco y tibio mientras me tendía de espaldas.
El tratamiento que ella me dio me llevó al “Reino de los Cielos”... Una lavado/masaje profundo como aquel, limpió – no tan sólo mi piel - sino que cadauno de mis canales sensoriales. De vez en cuando enjuagaba ella mi cuerpo con agua tibia para reempezar con un nuevo jabón y una toallita exfoliante más fina aún. Sus manos eran mágicas, únicas – creia yo... No se cuanto tiempo estuve allí. Lo último que recuerdo es que ella dobló mi brazo derecho de tal manera que mi mano derecha quedo sobre mi corazón... Perdí la noción del tiempo, del espacio y de mi misma ya que no se como me vi de pronto de pie, al lado de la cama viendo como mi brazo izquierdo desaparecía en la manga del albornoz que ella sostenia abierto - ofreciéndomelo. Se aseguró que mis piernas me sostenían antes de anunciar de que era hora de subir a la sala de masajes. La seguí como en trance. La escalera y un largo corredor estaban adornados, con muy buen gusto, por objetos árabes. Al pasar por la sala de descanso alcancé a ver hermosas alfombras y cojines sobre un suelo de madera preciosa. De pronto se cerró una puerta detrás de mi y me tomo unos segundos entender que era lo que mis ojos veían. También esta sala estaba tímidamente iluminada y desde unas barras de hierro forjado fijas al techo caian unos velos de colores semitransparentes que formaban pequeños espacios donde había una camma de masaje, una mesita sobre la cual habían frascos y botellas de colores y formas ingeniosas y una percha de pie. Vi tres o cuatro de esos espacios... más allá de ellos los colores se mezclaban entre si y mi ojo no logró diferenciar más entre las telas de colores y sus reflejos.
A una señal de la masajista me saqué el albornoz y me tendí en la cama que me ofrecía. Me cubrió con una sábana tibia y me pidió que esperara por ella un momento. Al volver vestia una túnica y pantalones de lino. Es el protocolo quien determina mi vestimenta contestó cuando le pregunté el porqué del cambio. La sala olía maravillosamente, sus manos tibias y suaves trabajaban sobre mi cuerpo regalándome calma infinita. Después de unos minutos pensé que yo había malinterpretado eso del masaje a cuatro manos y para huir de la vergüenza que sentía por mis espectativas casi lujuriosas, cerré los ojos. Ella me preguntó si podía presionar un poco más y se lo permití. Sentí que ponía su antebrazo atravesado sobre la región lumbar y con movimientos extraordinariamente rápidos avanzó hacia los omoplatos vaciándome literalmente de cada posible sentimiento impropio que hubiese habitado mi alma. Sentí un poco de frio... o era un temblor de mi cuerpo? Un pie lo sentía frio y el otro caliente... Ah! me estaba haciendo un masaje en los pies con una mano fria y la otra caliente al tiempo que seguía trabajando en mi espalda. El contraste de temperaturas alertó más aún mis sentidos. Manos sabias, diligentes, mágicas cambiaban constantemente la sábana por una más caliente aún y paseaban por mi cuerpo con gran destreza atendiendo cada una de mis reacciones a tan excitante estímulo. Las sentía en todas partes al mismo tiempo, pero a la vez no. El aroma de los aceites iban y venían sin que yo pudiera identificarlos...
Abrí mis ojos y por la abertura de la cama donde descansa la cara vi parte de sus piernas y sus pies desnudos. Sus dedos velludos se movian jugetones contra las hawaiianas como si estas hubiesen sido el teclado de un piano mientras sus manos dibujaban arabéscos en mi cuerpo. Ella se dedicaba a mis piernas, a mis brazos ¿o era él quien lo hacía? Cuando me tumbaron de espaldas cerré los ojos nuevamente. No quería ver lo que estaba sintiendo. Ellos continuaron durante un largo rato y finalmente me dormí.
Había transcurrido exactamente una semana desde la primera vez que bailé tango en Guajira. Llegué allí a las diéz en punto y me invitaron a bailar apenas entré. Después de una primera tanda de cuatro tangos saqué a bailar a una chica que aceptó con entusiasmo. Mientras bailábamos vi a un hombre de unos cincuenta y cinco o sesenta años que estaba apoyado en un pilar. Desde allí miraba nuestros pies y me pareció que sonreía amablemente. Nunca lo había visto. Al terminar la tanda le agradecí el baile a mi nueva amiga y la invitación que me había hecho de llevarme a bailar tango a Marbella el domingo siguiente. Esperé los segundos del recato antes de buscar su mirada. Sonrió nuevamente, ¿o lo hacía aún? Me pareció que sonreía todo el tiempo y yo no supe darme cuenta si aceptaba o no mi silenciosa invitación a bailar, pero atravezando la pista de baile dirigió sus pasos hacia mi sin que su sonrisa misteriosa abandonaran sus labios. Sin una palabra preparó su abrazo mientras yo iba a su encuentro. Nuestros cuerpos anunciaron presencia y yo me abracé a un sueño. Fue su olor el que me indujo a eso.
El olía a jabones, a humedad tibia, a aceites asenciales, a te dulce...
Mi vida tanguera esta llena de obsequios aromaticos.
Anoche fui a la Milonga del Club Carlitos acá en Malmö. Cerca de la medianoche llegó un paquete a mi mesa. Para Maya – de alguien que te admira, decía en la tarjeta.
El misterioso regalo huele a verveine citronnelle...
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2007-06-14
Me había ido de vacaciones con la idea de volver por un par de días a Malmö para participar en la ceremonia oficial del término de fin de año escolar de mi hija menor. A los 16 años – como se acostumbra acá – finaliza su etapa estudiantil primaria.
El jueves pasado tuvo su fiesta de gala, se veía hermosa – según veo en las fotos ya que esa si que me la perdí.
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Mi conchito y su acompañante
Hoy visité su escuela por última vez. Desde hace 17 años que lo vengo haciendo amenudo y no dejé de sentir una cierta tristeza a la hora de la despedida.
Esperando el instante en que cantarían el himno final:
Esta mañana sonó el telefono temprano. Era mi hija mayor que anunciaba visita para más tardecido, “Quiero saludarte para el Día de la Madre, te deseas algo"?
Con voz de martir le contesté “Una corona de espinas”.
¡”Vamos! Ya sabes que tus hijas te consideramos una reina. Voy con mi amado” dijo antes de cortar.
Mi “Bienvenidos” no lo alcanzó a oir.
También mis hijas menores – las que aún viven en casa – se acordaron de celebrar a su madre y me saludaron a eso del mediodía cuando por fin despertaron y dejaron sus cuartos para encerrarse en el baño.
De regalo me ofrecieron todo tipo de ayuda cosa que yo agradecí de sobremanera ya que la oferta era válida para todo el día.
Yo me dediqué a ordenar un poco mientras ellas hacián las compras. Entre las tres preparamos la cena y cuando llegó la hora de arreglarme para recibir a las visitas, me encerré en el baño y más tarde en mi cuarto hasta que oí el timbre.
Ahora puedo mostrar mi peinado sin riesgos pensé - a sabiendas que nunca me discutirían nada delante de “extraños” y la amiga de una de ellas y el “pololo” de la otra son extraños en esta situación específica. La mayor llegó con su amado dos minutos más tarde y el silencio con el cual me obserbaban mientras nos saludábamos, se palpaba.
Yo actué con la cordialidad y naturalidad usual mientras les ofrecia un aperitivo y empezamos así a compartir esta “coronada” velada.
No hubo corona de espina. Tampoco hubo de reina.
Generalmente cuando hago aseo acostumbro a prender en mi pelo cada traba que voy encontrando en los lugares más inusitados. Mis hijas se rien de mi y protestan por mis métodos por lo ridícula que me veo, pero yo les respondo que es una manera práctica de hacerlas llegar a su lugar. Si tan importante es para Uds que yo no me vea ridicula – no dejen las trabas en todas partes.
Fue mi amado el que finlmente rompióel silencio comentando mi peinado. Fue él quien le explicó a los contertulios que yo protestaba en el Día de la Madre contra el “desorden de cada día” de mis hijas.
Hoy lucí mi mejor vestido, mi collar de perlas cultivadas y una corona de trabas multicolor.
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2007-05-13
* Desde hace diez días que me duermo por la noche y despierto al amanecer pensando en Madeleine – la niña británica que fue raptada mientras dormía, seguramente con la silenciosa y dulce convicción de que nada malo iba a sucederle...
Sin un ápice de exageración puedo decir que siento el mismo dolor físico – en el bajo vientre – que sentí hace ya muchos años atrás, cuando la raptada era mi madre.
También pienso en Madeleine de día – a cada momento. Pienso en sus padres, en sus hermanos, en todos aquellos que la aman. Hasta me he sorprendido rogándole al Dios cuya existencia niego, que la ayude y los ayude en estos momentos de desgarradora soledad. Se lo que se siente frente a esa terrible incetridumbre – la de no conocer el paradero y el estado del que amamos cuando se nos ha arrancado de nuestro lado con ultrajante violencia.
Mi más fervoroso deseo en este momento es que la niña recupere su derecho de vivir junto a sus padres, junto a su familia en paz, sana y felíz. ¡YA!
También hago extensivo ese deseo a todos aquellos niños del mundo a los cuales se les ha arrebatado ese derecho – de una o de otra manera – y que por diveras razones nunca nos enteramos ni de su existencia ni de su desaparición.
En un día como hoy – el día del cumpleaños de mi hija menor – me sensibilizo aún más frente a los dolores de los niños y me frustra enormemente saber que nada puedo hacer por ella. Pero la nombro. La nombro en voz baja y grito su nombre por si me oye.
La nombro y grito su nombre porque si me oye, desde donde se encuentre en estos momentos, entenderá que no esta sola.
Desde mi impotente situación trato de contarle – que a pesar de todo – creo y quiero que ella crea, que podemos tener un mundo mejor.
Un mundo donde todos los niños puedan dormir seguros de que nada malo les va a suceder... ¡Madeleine!¡Pedro! ¡Mahmoud! ¡Nadja! ¡Jinxia!
* Un 13 de mayo – hace 16 años – fui madre por tercera vez.
Mi hija menor esta de cumpleaños y acabo de abrazarla y desearle lo mejor de esta vida para ella antes de que se largara con sus amigas a “carretear” como dicen en Chile.
Cuando ella vino a este mundo fue “todo un parto”. Acostumbro a quejarme ante ella que fue la que más me dolió - y más adelante, la que más canas me sacó. Pero como no hay mal que dure cien años...
*
Debo ser la peor madre del mundo... hace unos días cuando salí decidida a comprar sus regalos, me olvidé completamente de ella cuando pasé por una vitrina... *
Por fin ayer me decidí y vacié mi dormitorio... Pinté su techo con una sonrisa en los labios. Empecé pasando la brocha por las orillas, enmarcando mis noches de ensueño. Cada pincelada fue acompañada por recuerdos de las horas allí vividas y de alguno que otro sueño que nunca dejó de serlo...
Faltando poco paras seis – hora en que el comercio cierra sus puertas - entendí que necesitaría más pintura así es que tomé mi bicicleta y salí volando... Recién entonces me decidí por pintar el radiador que esta ubicado debajo de la ventana, de color oro. Dorarlo sin adorarlo...
Quiero creer que ese color completará la calidez que le da el rojo que elejí para el muro de fondo y que cuando sea tiempo de nieves, no tan sólo irradiará calor sino que también todo tipo de riquezas.
Entre mano y mano me sentaba a mi escritorio y seguía – con expectación – los acontecimientos en el blog deGonzalo(que nació en la misma fecha que yo, algunos años más tarde...)
Todo esto se dió en un día de trabajo cualquiera lo que significa que el telefono sonaba constantemente – si, yo trabajo desde casa – y me veía en la obligación de suspender la pintura por un momento mientras solucionaba los problemas de otros.
(Los mios parecen ser insolucionables)
Ademas – via MSN – me ponía de acuerdo con una de mis amigas tangueras para salir a bailar por la noche.
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' Ella y yo bailamos mucho juntas; ambas llevamos y nos dejamos llevar.
Estaba a punto de salir cuando se me cruzó mi hija, la que este año alcanza la mayoría de edad. Tenía cara de hambre y yo adiviné que no tenía ganas de cocinar así es que le pregunté si no quería sentarse un rato conmigo...
Mientras ella me hablaba de esas cosas que los hijos nos hablan cuando nos detenemos, yo improvisé una cena...
1 rebanada de pan de molde enmantequillada 1 rebanada de chèvre 2 ramitas de tomillo
Miel de acacia
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Elegí una de las botellitas de champagne que recibí para mi cumpleaños....
Nací en Chile hace tanto que ya casi no recuerdo cuando fue...
La vida que me tocó vivir la vivo y des_vivo, formo y trans_formo en Suecia desde hace más de la mitad de ella.
Como no me con_formo (tan facilmente), viajo y me in_formo.
Por el momento y en cuanto a tango se refiere, es mi mayor aspiración llegar a ser "un buen tanguero". Me fascina cada vez más el rol del que (la o lo) lleva... Además soy madre (criticada), amiga (privilegiada), ex esposa (pacífica), tanguera (curiosa), amante (atrevida). También soy amable y aborrecible, perspicaz e ingenua, audaz y tímida, inteligente e inteligentísima, rabiosa, impaciente, definitiva, intuitiva, gritona, intolerante...